Padecí trastornos de alimentación durante más de 15 años, jamás pensé que lograría curarme después de tanto tiempo. Por eso quise escribir un libro «Niños Perdidos» sobre mi experiencia en la enfermedad, con afán de ayudar a otras personas a salir del infierno que encierran los TCA.
Entiendo vuestros miedos, vuestra angustia e incertidumbre. Quieres salir de la enfermedad, pero al mismo tiempo, te aterroriza imaginar cómo será tu vida sin ella, puesto que la enfermedad se convierte en un refugio donde crees estar protegid@. Tus preocupaciones se centran en comer o no comer, en pesar un determinado número, en contar calorías, en hacer ejercicio físico y estudiar, y con eso, crees que puedes evitar hacer frente a la vida real.
Pero, lo cierto es que la vida, sigue su curso, allá afuera tras el espejo, y a veces…, muchas veces, ansías formar parte de esa vida : Reír hasta que te duela el estómago, salir con los amigos, disfrutar de la familia y de las actividades que antes de caer en las garras de la enfermedad, te producían placer. Se trata de un auténtico duelo mental, que trae consigo un profundo dolor y malestar al que es difícil poner palabras.
El papel de los padres ante tal situación no es nada fácil. Como padres, y ahora que soy madre hablo con mayor propiedad en este sentido, queremos lo mejor para nuestros hij@s. Inevitablemente, sus penas las hacemos nuestras, al igual que sus alegrías las festejamos. Si ves a tu hij@ enfermo, una parte importante de ti, también enferma.
Durante las presentaciones de mi libro, he visto a numerosas familias destrozadas, por no comprender, por no saber en qué momento cambió el rumbo de sus vidas de una manera tan drástica y con frecuencia recurriendo al error de autoculparse, o bien culparse unos a otros por la aparición de la enfermedad.
Me gustaría daros un consejo, si así me lo permitís, y es que dejéis las culpas a un lado. Se trata de una enfermedad, por lo creo que no hay culpables…, en todo caso víctimas. No perdáis tiempo, ni fuerzas en echaros culpas, más bien, canalizar esa energía en la lucha diaria junto a vuestro hij@, y la victoria llegará el día menos pensado.
En cuanto a ti, que te hayas sumergido en esta pesadilla a la que no hayas salida, decirte que si la hay, sólo debes ser paciente contigo mismo, ser constante en tu lucha, no tirar jamás la toalla. Que no pase el día en el que te abraces con ternura por cada esfuerzo realizado, por mínimo que sea. Sabes? Tras el espejo del cuerpo, hay un alma que ansía ser rescatada. Debes encontrarte en medio de esa pesadilla que te consume, y aprender a quererte.
Yo confío en ti que me estás leyendo, y sé que llegará el día en el que te mires con ternura en el espejo, te sonrías con cariño y con respeto y te digas a ti mism@: «LO LOGRÉ, SOY LIBRE».
En tanto que se da esa lucha, quiero que sepas que cuentas conmigo. Que aún desde la distancia, tendrás mi mano y un hombro donde apoyarte. Que tu infierno, una vez fue mío y soy consciente de ello. Creo que en esta vida, estamos de paso, al fin y al cabo, todos moriremos…, entonces, si puedo ayudar, ¿por qué no hacerlo?.
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